Comentábamos en una entrada anterior a propósito de la obra de Ixone Sádaba (Liar), cómo en sus últimos trabajos parecía orientarse hacia una mayor carga documental. Esa tendencia se ve confirmada en su actual exposición en la Galería Juan Silió de Santander, programada hasta el próximo 10 de Diciembre.
La apreciación de ese giro venía motivada por La Nuit Américaine (Premio Generaciones 2011), presente en esta muestra junto a otras dos series recientes: Shipwrek with Spectator y Following the History of Representation. Todos estos trabajos tienen en común el estar realizados en Irak, concretamente en el Kurdistán, y proponerse efectuar un examen no tanto de la realidad del país (aunque no se pueda dejar de llevar a cabo una labor testimonial), sino de la manera en que Occidente se ha asomado al mismo a través del discurso construido por los medios de comunicación o las ideas preconcebidas sobre el mundo árabe.
Además de referirse a la noche que atraviesa Irak (y al cuestionable papel jugado por Norteamérica y sus aliados), La Nuit Américaine toma su título de la famosa película de Truffaut, donde a partir de la antigua técnica cinematográfica que permitía simular la noche mientras se filmaba de día, se reflexionaba sobre la manera en que lo falso podía acabar siendo percibido como más verdadero que lo real.
En este trabajo Sádaba nos muestra imágenes nocturnas, casi irreales, donde las personas o las ruinas parecen ceder el protagonismo ante la luz artificial que los baña, proceda de las lámparas y las bombillas ubicadas en los edificios o de los focos que la artista coloca ante los sujetos retratados. Esa luz funciona como una metáfora de la mirada que transforma el entorno que pretende aclarar, creando una especie de nueva realidad. En ese sentido este trabajo constituye una invitación a efectuar una lectura crítica de las imágenes previas que tenemos sobre ese país y de la propia forma en que éstas construyen lo que comúnmente denominamos realidad.
Shipwrek with Spectator (Naufragio con espectador) es en apariencia la documentación de una filmación de una versión libre en kurdo de la obra teatral Insultos al público de Peter Handke. La pieza, conscientemente metateatral, les insiste a los espectadores en que no están asistiendo a una representación sino a una auténtica acción. Si la obra de Handke pretendía hacer saltar la división espectador/actor o vida/arte, Shipwrek repite ese gesto al borrar las diferencias entre la referida interpretación del texto y la elaboración de un documento sobre ese acto, igualando ante la cámara a actores, técnicos y observadores del hecho. Ese juego entre realidad y representación, donde se borran las fronteras entre ambos, tiene por objetivo subrayar la capacidad del lenguaje para imponerse sobre la realidad a la que siempre acaba reconstruyendo a su antojo. Pero Sádaba lo lleva aún más lejos al eliminar de forma sucesiva del cuadro a los distintos participantes para poner en evidencia que, por encima de todo, estamos ante un simulacro que obstaculiza la posibilidad de ponernos frente al otro.
Por ello resulta fundamental en la obra de Sádaba hacer explícito el punto de vista desde el que se toman las imágenes (de hecho ella introduce el término paisajes políticos para referirse al objeto de su trabajo). Y esa evidencia presente en La Nuit y Shipwrek es la protagonista de Following the History of Representation. Aquí, como ocurría en Liar y en buena parte de su carrera precedente, reaparece el tema de la identidad, pero ya no sólo sexual, sino también cultural. Sólo desde la conciencia de ese punto de partida es como se podrá abordar al otro.
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